Fausto Canales tenía dos años y dormía plácidamente cuando una madrugada de 1936 un grupo falangistas irrumpió en su casa de Pajares de Adaja, Ávila, para llevarse por la fuerza a Valérico Canales, su padre. Valérico era un jornalero de 29 años que, como tantos otros, fue sacado a la rastra y maniatado de su domicilio, fue subido violentamente a un camión y nunca jamás regresó a casa. 

76 años después, Fausto decidió presentar una demanda por la desaparición forzada de su padre ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo, a través de RIS,  tras agotar todas las vías judiciales posibles dentro de España. Una demanda que el TEDH desestimó sin lugar a ningún reclamo y sin justificación alguna. 

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