El uso de perfiles étnicoraciales por la policía coloca a comunidades enteras como sospechosas
El 22 de septiembre hemos asistido en Soria a la exhumación de los restos de Abundio Andaluz desaparecido y presuntamente fusilado en agosto de 1936.
Durante 80 años el pueblo susurró el lugar donde parecía haber sido enterrado clandestinamente, un paraje baldío y rocoso del término de Calatañazor, en un enclave marcado con unas piedras en forma de cruz que parecían señalar algo. Cuando sus nietas decidieron que querían buscar a su abuelo poco costó en este caso encontrar la fosa donde presumiblemente se encontraba. Más todavía, parece ser que el propio alcalde actual de Calatañazor (presente en la exhumación) es quien ayudó a ubicar el lugar porque desde niño oyó decir paseando por el paraje dónde estaba enterrado Abundio.
Al pie de su fosa hemos conocido a Abundio. Sus nietas Ana y María Luisa (no perviven ninguno de sus 6 hijos) nos cuentan que saben que ante todo era una buena persona que se preocupaba por los demás, un abogado y procurador de los tribunales que cobraba en especie lo que buenamente sus clientes podían pagarle con el fruto de sus huertos. Era además músico, tocaba el piano y el órgano y fue director de la banda municipal. Con la República llegaría a ser concejal por el Partido Republicano Socialista Radical y nombrado vicepresidente de la Diputación de Soria unos meses antes de su desaparición en agosto de 1936.
Seguimos con estupefacción los trabajos a lo largo de 10 horas ininterrumpidas, del equipo de la Fundación Aranzadi. Su profesionalidad, impagable e impagada, y su visible consciencia de la trascendencia humana de lo que están haciendo, nos conmueve tanto como esos nervios de las nietas que tras dos horas de pico y palas no ven asomar posibles restos de su abuelo.
Cuando, por fin, y al cabo de 3 horas aparecen unas gafas, todo es alegría y emoción entre los que allí estamos presentes. A partir de ahí y tratando la tierra con el mismo primor y cariño con el que se atiende a un recién nacido vemos aparecer poco a poco los gemelos de Abundio y sus restos. Francisco Etxeberría, el antropólogo forense que lidera la Fundación Aranzadi, desde dentro de la fosa nos explica las características del hallazgo que corresponderían a una persona que murió por muerte violenta, muy seguramente por una bala en su cabeza, enterrada clandestinamente. Apela también a la normalidad de la experiencia de las exhumaciones frente a “quienes dicen que esto abre heridas”.
Que la desaparición y muerte de Abundio presentaría” …características que hacen presumir la posible existencia de delito de desaparición forzada de personas y homicidio, fundándose en el contexto de crímenes contra la humanidad” lo admitió así el propio Juzgado de Instrucción nº 1 de Soria ante quien la Asociación memorialista soriana Recuerdo y Dignidad presentó la oportuna denuncia una vez ubicada la fosa de posible enterramiento de Abundio; pero, al mismo tiempo, el Juzgado archivaba la denuncia invocando la prescripción del delito y alegando que “a los hechos … les son de aplicación el protocolo de actuación en exhumaciones de víctimas de la guerra civil y la dictadura”.
Llegados a ese punto, hablar de la aplicabilidad del “protocolo de actuación en exhumaciones de víctimas de la guerra civil y la dictadura” parece una burla. ¿Dónde está “ese” protocolo y la responsabilidad de las autoridades que deben aplicarlo? Quien ha exhumado los restos de Abundio es una fundación que trabaja de forma voluntaria, a petición de una asociación memorialista, a ruego de las nietas de la víctima. Constatamos que algunas sensibilidades sí han cambiado. A la exhumación acudió el alcalde de Calatañazor, también la vicepresidenta de la Diputación (que, por cierto, ha contribuido en parte a los gastos de intendencia de la exhumación), también un diputado soriano en el Congreso que se comprometió a trasladar a su grupo un mayor esfuerzo legislativo. Porque lo cierto y verdad es que, una vez más, el Estado con mayúsculas allí no estaba y pudo certificarse la muerte de la Ley de memoria histórica.
Es al – ausente – Gobierno del Estado a quien corresponde poner todos los medios para recuperar los restos de Abundio; y a la – ausente – autoridad judicial a quien pertenecía levantar sus restos y practicar diligencias para averiguar causa y circunstancias de su muerte frente a las evidencias físicas de muerte violenta y enterramiento clandestino.
Aunque, por el momento, nadie va a investigar las circunstancias y autoría de la muerte de Abundio, al menos sus restos tendrán el destino digno que su familia decida darles; ello será gracias al empeño de unos pocos, particulares. El Estado sigue desaparecido en el cumplimiento de sus obligaciones internacionales en esta materia.