El principio de No Discriminación es uno de los pilares del Derecho Internacional y tiene por objeto garantizar la igualdad de trato de las personas cualquiera que sea su raza, género, nacionalidad, condición social, orientación sexual, identidad de género, diversidad funcional, edad, origen étnico, cultural, religioso o de otra índole. Sin embargo, poblaciones históricamente perseguidas enfrentan un trato desfavorable y trabas añadidas en el ejercicio de sus derechos y libertades a causa de sus condiciones o características específicas, lo que constituye una discriminación que se torna más peligrosa cuando se ejerce desde las propias instituciones del Estado.